sábado, 10 de octubre de 2009

Hambre

Me distraje pensando cuál sería la mejor manera de gestionar mi aumento de sueldo. Él hablaba rápido, sin reparar en mi atención, de cálculos y estadísticas. Miraba la hoja y hacía marcas con la lapicera, marcas sobre las marcas. No estaba alterado, sino sumergido en un gran análisis empresarial en el que pretendía que también yo me zambullera.
Nunca me gustaron los números pero siempre fui buena en eso, sobre todo en tareas sistematizadas, pero si había algo que detestaba era evaluar variantes. Me inquietan las "probabilidades" de algo, prefiero el equilibrio, lo estable.
Él continuaba hablando, sin mirarme. Llegué a la deducción de que lo mejor sería pedir una reunión con el gerente y comentarle de mis aportes y mi dedicación a la empresa. Los objetivos de venta habían sido ampliamente superados en los últimos cuatro meses, con lo cual no podría negarme la suba. Hizo un movimiento veloz y con él voló la lapicera. Intenté agacharme para recojerla, pero él se interpuso y la agarró. Me miró desde el piso y sonrió. Qué ganas de comerte la boca, pensé. Sonreí con él para ocultar el deseo, mis ojos sin embargo no siguieron la misma orden.
Se puso de pie y continuó explicándome, pasando por alto la distracción. Por mi parte continué escuchándolo, esforzándome ahora por no mirarlo a los ojos.

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