sábado, 24 de abril de 2010

Relación de dependencia

Malena. Malena te dije que me llamo. ¿Cuándo lo vas a aprender, pedazo de zorra? ¿No te alcanza con joderme la vida desde el mediodía? Hoy tempranito, clavadas las diez pidiendo café descafeinado. Qué ridícula. Sos así en todo, hasta al café le llevás la contra. No hay nada que te venga bien.
Si lo abrocho porque lo abrocho; si le pongo clip porque se sale; si lo tiro sin romperlo, alguien puede leerlo; si lo rompo antes de tirarlo, es posible que después lo necesitemos. Nada, nada de lo que haga o deje de hacer puede hacerte sentir satisfecha. Y, oh casualidad, que en esa última palabra radican todos tus problemas: satisfacción. Mirá que soy de las que se oponen a esa idea absurda de que cuando una mina se queja es porque le falta un tipo. Para mí, cuando una mina se queja es porque el que tiene le está sobrando. Pero querés que te diga, vos sos la excepción a mi regla. Y ahora estás ahí, sentadita con las piernas cruzadas, con tu mejor cara de gata y tu acento de cheta gestionando el ascenso. Eso sí, seguro que al Sr. CEO no le cortás las frases antes de terminarlas, como hacés conmigo, ni le decís que el perfume que lleva puesto es la muestra barata del tuyo. ¿Sabés lo que sos? una groncha. A la señorita háblenle de Channel, pero no le pregunten por Randazzo. De qué te la das. Sos guaranga hasta en la forma de fumar. No te soporto más. Ni bien aparezca algo mejor me. Señor, un cortado para usted y por acá un descafeinado. Si necesitan algo más me avisan. Me voy, aparece algo y me voy. ¡Qué escena te armaría! los demás me verían susurrarte: perra. Y vos te quedarías ahí, quietita, quizá indiferente; con ganas de decir algo con peso, pero te darías cuenta de que no contás con esa habilidad, entonces gritarías, gritarías fuerte como quien no puede hacerse oír y te encerrarías. ¿Terminaron? ¿Puedo retirar las tacitas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario